Travesía de hoteles
28/11/09
Suena el piano diáfano y metálico
Y los corazones suenan solitarios
Así son los congresos y las reuniones
La magia llega de las lámparas y velas
Y la música invita al aperitivo junto a ti
Y el mundo continúa, aunque se detenga
Aquí en un hotel grande y las muchedumbres
Como luciérnagas sigan hacia el piso contiguo
Mientras que los que no desean estar lloran
Y los que lloran en otras partes están felices
Y escucho las teclas y siento las luces atardecidas
Y solo siento la alegría del sillón cómodo
El teclado electrónico y la posibilidad estival
Del descanso de la tarde donde solo existen
Las posibilidades del sueño mágico, de la luz
Donde los corazones adyacentes caminan
Y los corazones solitarios murmuran soledad
Y tú estás en algún lugar, murmurando amor.
sábado, 28 de noviembre de 2009
Madre e Hijo en Ruanda - Cuento - premio del MNBA 28/11/09
Madre e Hijo en Ruanda
© Mario Aguilar Benítez
Miraba las pinturas en la galería junto a ella; las típicas frutas, veleros, casitas pintadas, trípticos, retratos y muchos cuadros sin forma pero mucho color. Fue en ese momento que ella me preguntó que sentía frente a ese cuadro de madre e hija desnudos, el de Carlos Faz. La verdad es que pensé mucho como evitar mis sentimientos verdaderos, esos que quería esconder. Debía decir que era la imaginación de los cuerpos de dos personas libres y soberanas pero solo pude acordarme de las colinas verdes de Ruanda, de Burundi y del Congo. Especialmente las de Ruanda en abril de 1994, esas que ya no fueron verdes sino que rojas, negras y amarillas después del día 6 de ese mes en que comenzó la matanza. Pude mentir y pretender, pero ya más tarde en la semana volví nuevamente a contemplar la forma estética de “Madre e Hijo” de Carlos Faz. Ya no podía esconder lo que me inspiraba, una memoria de los acontecimientos que habían llenado las noticias, los días en Ruanda [ese pequeño país africano] en 1994 y los días de terror y genocidio que llevaron a tantos como yo a escribir, a rechazar la posibilidad del olvido, ese olvido que trata de silenciar las formas estéticas.
Y la memoria me volvió cuando me paré frente al cuadro. Ese día 6 de abril de 1994 el avión del presidente fue bombardeado y cayó al vacío. Los asesinos y genocidas de la etnia Hutu avisaron a todos por la radio e incitaron a la violencia. No sé si se imaginarían lo que seguiría: un millón de muertos, la mayoría de ellos Tutsis destrozados por golpes de machete o acribillados dentro de iglesias donde buscaron refugio. Los que mataron fueron vecinos, milicias, sistemáticamente por 3 meses, mataron, destrozaron, violaron y los que murieron primero fueron los infantes y los niños, vulnerables no podían escapar, o eran destrozados contra las murallas de piedra.
Y fue en una de esas tardes que vi una colina encendida con fuego, milicias gritando y civiles que trataban de esconderse en las aguas putrefactas de los ríos infestados con cuerpos y con una humanidad sufriente que solo pedía respeto, ni siquiera clemencia. Me gustaría decir que fui un héroe y que no tuve miedo pero no fue así. Solo quería seguir hacia la frontera en mi vehículo sin que nadie me parara, quería conseguir ropa limpia, llamar y decir que estaba vivo después de toda la porquería que vi. La visión que me esperaba eran una madre y su hijo desnudos, de la mano caminando despacio sin moverse cuando escuchaban, o no escuchaban, los bocinazos. Y no se movieron, me bajé para decirles que se hicieran a un lado. La mirada de la madre estaba perdida y fija y solo miraba al infinito pero solo vi su sonrisa al verme finalmente. Ni una palabra salía de su boca, solo sonreía. Quise cubrir su cuerpo con mi chaqueta pero no me dejó. La tomé de una mano y le dije todo estará bien, pero solo atinó a seguir caminando delante de mi vehículo.
Finalmente y para salvar mi pellejo puse a la madre y su hijo en el asiento trasero de mi vehículo y partí a toda velocidad hacia la frontera. Ahí vi a los soldados que esperaban, borrachos, drogados, riéndose. Pararon el vehículo, y miraron dentro. Al ver a la madre y su hijo me preguntaron quienes eran. Yo solo atiné a decir que una madre y su hijo. La risa demente del soldado me recordó donde estaba y en ese momento solo aceleré y crucé a toda velocidad hasta llegar al Lago Kivu. Al llegar, la madre me miró, me sonrió y siguió caminando hacia la libertad de una aldea contigua, y yo, solo lloré y lloré de felicidad. Eran solo una madre y su hijo, y yo era solo un poeta con mucha suerte.
© Mario Aguilar Benítez
Miraba las pinturas en la galería junto a ella; las típicas frutas, veleros, casitas pintadas, trípticos, retratos y muchos cuadros sin forma pero mucho color. Fue en ese momento que ella me preguntó que sentía frente a ese cuadro de madre e hija desnudos, el de Carlos Faz. La verdad es que pensé mucho como evitar mis sentimientos verdaderos, esos que quería esconder. Debía decir que era la imaginación de los cuerpos de dos personas libres y soberanas pero solo pude acordarme de las colinas verdes de Ruanda, de Burundi y del Congo. Especialmente las de Ruanda en abril de 1994, esas que ya no fueron verdes sino que rojas, negras y amarillas después del día 6 de ese mes en que comenzó la matanza. Pude mentir y pretender, pero ya más tarde en la semana volví nuevamente a contemplar la forma estética de “Madre e Hijo” de Carlos Faz. Ya no podía esconder lo que me inspiraba, una memoria de los acontecimientos que habían llenado las noticias, los días en Ruanda [ese pequeño país africano] en 1994 y los días de terror y genocidio que llevaron a tantos como yo a escribir, a rechazar la posibilidad del olvido, ese olvido que trata de silenciar las formas estéticas.
Y la memoria me volvió cuando me paré frente al cuadro. Ese día 6 de abril de 1994 el avión del presidente fue bombardeado y cayó al vacío. Los asesinos y genocidas de la etnia Hutu avisaron a todos por la radio e incitaron a la violencia. No sé si se imaginarían lo que seguiría: un millón de muertos, la mayoría de ellos Tutsis destrozados por golpes de machete o acribillados dentro de iglesias donde buscaron refugio. Los que mataron fueron vecinos, milicias, sistemáticamente por 3 meses, mataron, destrozaron, violaron y los que murieron primero fueron los infantes y los niños, vulnerables no podían escapar, o eran destrozados contra las murallas de piedra.
Y fue en una de esas tardes que vi una colina encendida con fuego, milicias gritando y civiles que trataban de esconderse en las aguas putrefactas de los ríos infestados con cuerpos y con una humanidad sufriente que solo pedía respeto, ni siquiera clemencia. Me gustaría decir que fui un héroe y que no tuve miedo pero no fue así. Solo quería seguir hacia la frontera en mi vehículo sin que nadie me parara, quería conseguir ropa limpia, llamar y decir que estaba vivo después de toda la porquería que vi. La visión que me esperaba eran una madre y su hijo desnudos, de la mano caminando despacio sin moverse cuando escuchaban, o no escuchaban, los bocinazos. Y no se movieron, me bajé para decirles que se hicieran a un lado. La mirada de la madre estaba perdida y fija y solo miraba al infinito pero solo vi su sonrisa al verme finalmente. Ni una palabra salía de su boca, solo sonreía. Quise cubrir su cuerpo con mi chaqueta pero no me dejó. La tomé de una mano y le dije todo estará bien, pero solo atinó a seguir caminando delante de mi vehículo.
Finalmente y para salvar mi pellejo puse a la madre y su hijo en el asiento trasero de mi vehículo y partí a toda velocidad hacia la frontera. Ahí vi a los soldados que esperaban, borrachos, drogados, riéndose. Pararon el vehículo, y miraron dentro. Al ver a la madre y su hijo me preguntaron quienes eran. Yo solo atiné a decir que una madre y su hijo. La risa demente del soldado me recordó donde estaba y en ese momento solo aceleré y crucé a toda velocidad hasta llegar al Lago Kivu. Al llegar, la madre me miró, me sonrió y siguió caminando hacia la libertad de una aldea contigua, y yo, solo lloré y lloré de felicidad. Eran solo una madre y su hijo, y yo era solo un poeta con mucha suerte.
jueves, 26 de noviembre de 2009
Dialogo - Poema
Diálogo
Dialoguemos tú y yo siempre
Dialoguemos acerca de la necesidad
Dialoguemos acerca de lo diferente
Dialoguemos acerca del amor encontrado
Dialoguemos acerca de las discusiones
Dialoguemos acerca del caminar juntos
Dialoguemos acerca de las manos tomadas
Dialoguemos acerca de las penas vividas
Dialoguemos acerca de las palabras equivocadas
Dialoguemos acerca de lo que no nos gusta
Dialoguemos acerca de las posibilidades
Dialoguemos acerca de mis errores
Dialoguemos acerca de la búsqueda común
Dialoguemos acerca del calor y el polen
Que a veces se meten al corazón perdido
Dialoguemos después de todo del amor
Y así dialogaremos para siempre, tú y yo.
Dialoguemos tú y yo siempre
Dialoguemos acerca de la necesidad
Dialoguemos acerca de lo diferente
Dialoguemos acerca del amor encontrado
Dialoguemos acerca de las discusiones
Dialoguemos acerca del caminar juntos
Dialoguemos acerca de las manos tomadas
Dialoguemos acerca de las penas vividas
Dialoguemos acerca de las palabras equivocadas
Dialoguemos acerca de lo que no nos gusta
Dialoguemos acerca de las posibilidades
Dialoguemos acerca de mis errores
Dialoguemos acerca de la búsqueda común
Dialoguemos acerca del calor y el polen
Que a veces se meten al corazón perdido
Dialoguemos después de todo del amor
Y así dialogaremos para siempre, tú y yo.
martes, 24 de noviembre de 2009
Utopia en Santiago - Poema
Utopía en Santiago
24/11/09
Camino por las calles asoleadas
Con un nudo tenue en la garganta
De astucia, de pavor, de rubor,
Y si todo fuera cierto, aún más,
Si todo fuera como debe ser.
Así, utópico, real, asoleado,
Con el café humeante de la mañana,
Con el gozo rebosante del mendigo
Que escucha su transistor y lee el diario
Mientras los dedos de sus pies negros
Se caen a pedazos pero sonríe.
Me sonríe en los momentos de ahora
Cuando se afanan los oficinistas
Y los autos siguen apilándose acá.
Quizás, solo quizás, Gelman tiene razón
Nos derrotaron pero nos dieron utopía
De cambiarnos a nosotros mismos
De poder saber que las libélulas pululan
A las 12.38 y el afán de la confusión
Entre los papeles crepúsculos que van
Si van haciendo, hilando, calando
Y colando el pasado, nuestro pasado
En que la utopía no muere si estás
En que la utopía es la realidad y más
Si tu mano se abre generosa hoy y ahora
Pues ya somos dos, y caminamos fuerte.
Junto a los otros dos y otros dos, así es.
24/11/09
Camino por las calles asoleadas
Con un nudo tenue en la garganta
De astucia, de pavor, de rubor,
Y si todo fuera cierto, aún más,
Si todo fuera como debe ser.
Así, utópico, real, asoleado,
Con el café humeante de la mañana,
Con el gozo rebosante del mendigo
Que escucha su transistor y lee el diario
Mientras los dedos de sus pies negros
Se caen a pedazos pero sonríe.
Me sonríe en los momentos de ahora
Cuando se afanan los oficinistas
Y los autos siguen apilándose acá.
Quizás, solo quizás, Gelman tiene razón
Nos derrotaron pero nos dieron utopía
De cambiarnos a nosotros mismos
De poder saber que las libélulas pululan
A las 12.38 y el afán de la confusión
Entre los papeles crepúsculos que van
Si van haciendo, hilando, calando
Y colando el pasado, nuestro pasado
En que la utopía no muere si estás
En que la utopía es la realidad y más
Si tu mano se abre generosa hoy y ahora
Pues ya somos dos, y caminamos fuerte.
Junto a los otros dos y otros dos, así es.
sábado, 21 de noviembre de 2009
Noche de Chat - Poema
Noche de chat
21/11/09
Y Dios creó las estrellas y el firmamento
Y después de muchos milenios navegó
Por el Internet, y lo que vio le gustó
Y Dios vio que era bueno, muy bueno.
Dos enamorados conversando de todo
Y conversando de nada del almirantazgo
A la montaña, pues había amor de viernes
Y donde hay amor está Dios, pues Dios es amor.
21/11/09
Y Dios creó las estrellas y el firmamento
Y después de muchos milenios navegó
Por el Internet, y lo que vio le gustó
Y Dios vio que era bueno, muy bueno.
Dos enamorados conversando de todo
Y conversando de nada del almirantazgo
A la montaña, pues había amor de viernes
Y donde hay amor está Dios, pues Dios es amor.
jueves, 19 de noviembre de 2009
Amistad - Poema
Amistad
20/11/09
Amistad es decir amigos viejos
Sí ya tenemos 50 años y más
Y mi corazón está feliz hoy
Rebosante de gozo que empaña
Todo lo demás y dezmases,
Garbanzos y prietas azules.
Hoy siento el caminar junto a ellos
Los que estaban en mi juventud
Esos que envejecieron y todavía están
No para competir o para programar
Sino que son parte de la vida de hoy.
Y Miguel Ángel, Santiago, José Miguel,
Santiago, Juan Ignacio, Patricio
Salen de las páginas milenarias
Para unirse a Tamara de antaño
Y solo puedo hoy bendecir y decir
Primero está la salud y el amor
Y después el caminar todavía junto
A ellos, los de antaño, los de siempre.
20/11/09
Amistad es decir amigos viejos
Sí ya tenemos 50 años y más
Y mi corazón está feliz hoy
Rebosante de gozo que empaña
Todo lo demás y dezmases,
Garbanzos y prietas azules.
Hoy siento el caminar junto a ellos
Los que estaban en mi juventud
Esos que envejecieron y todavía están
No para competir o para programar
Sino que son parte de la vida de hoy.
Y Miguel Ángel, Santiago, José Miguel,
Santiago, Juan Ignacio, Patricio
Salen de las páginas milenarias
Para unirse a Tamara de antaño
Y solo puedo hoy bendecir y decir
Primero está la salud y el amor
Y después el caminar todavía junto
A ellos, los de antaño, los de siempre.
domingo, 15 de noviembre de 2009
Domingo - Poesia
Domingo
15/11/09
Promesa ilimitada de resurrección
Día complejo de paraíso, infierno y todo
Sol radiante, oscuridad emocional y todo
Almuerzo familiar e identidad personal
Resaca intelectual y esperanza eterna.
Mañana de ensueño con sonrisa,
Amor, tostadas, mermelada, café,
Belleza, maquillaje, mujer amada,
Radiantes los soles de los corazones.
Tarde con ansias de silencio cavernoso
Lápidas recipientes de posibilidades,
Aburrimiento y confianza infinita, si,
Como un estropajo termino la tarde.
Noche de cuculíes, de rosas y alelíes
Noche de susurros y de palabras acuciosas
De tu voz, de mi voz, de la nuestra arropada
Y la felicidad lleva al sueño del lunes próximo.
15/11/09
Promesa ilimitada de resurrección
Día complejo de paraíso, infierno y todo
Sol radiante, oscuridad emocional y todo
Almuerzo familiar e identidad personal
Resaca intelectual y esperanza eterna.
Mañana de ensueño con sonrisa,
Amor, tostadas, mermelada, café,
Belleza, maquillaje, mujer amada,
Radiantes los soles de los corazones.
Tarde con ansias de silencio cavernoso
Lápidas recipientes de posibilidades,
Aburrimiento y confianza infinita, si,
Como un estropajo termino la tarde.
Noche de cuculíes, de rosas y alelíes
Noche de susurros y de palabras acuciosas
De tu voz, de mi voz, de la nuestra arropada
Y la felicidad lleva al sueño del lunes próximo.
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